domingo, 2 de noviembre de 2008

Tengo frío. Ha llegado el invierno y con el cambio horario la soledad se agudiza en el vacío de las habitaciones. La larga cuerda del pensamiento se afloja y sufro la tentación de jugar a la comba con él en las desangeladas calles de la tarde huraña y húmeda.
Me ha sorprendido la marmorea noche sin cobertor de carne y hueso, desprovista de un aliento amigo al que acercar esta punta roja de la nariz cuando vuelvo helado del trabajo. Hoy, la ventanilla del autobús ha permanecido abierta como una herida de bala, nada más atravesar el umbral he sangrado desconsoladamente sobre la alfombra, metódica, geométricamente: la luz de la lámpara incendió las salas con sus sospechas, me enganché a las sombras como una quimera y entré en calor a medida que el agua caliente de la ducha penetraba por los poros.
¡Cómo golpean estos latidos del corazón la luna empañada del espejo donde me miro! El aire denso que protege la virginidad de los objetos cede palmo a palmo como un manso cordero que huele la madre. Indefensa, tiemblo como el azogue mientras me embadurno el alma y despierto con mis voces airadas los atormentados espíritus de la madrugada.
Abro los armarios pensando en otro tiempo, removiendo las conciencias de antaño con estas manos aceitosas, ¿dónde han ido a parar los forros y botones de estos trajes? Tengo que tirar todas las perchas de la casa y no dar cuerpo a espantapájaros sin vida, no hago más que escuchar pisadas de puntillas que van y vienen por los pasillos; tengo que agotar de una vez las pilas de este macabro juguete de la adolescencia; tengo que bajar y subir los postigos de las ventanas, correr visillos y cerrojos, soplar con fuerza a boca llena por los rincones, despedirme de esta compañía de teatro tan sórdida y comerciar y localizar a otra que ambiente sus historias en primavera.

1 comentario:

Unknown dijo...

La suerte es, que el invierno no es eterno y da paso a la primavera. Aunque recuerda,que cómo la historia, la vida también es cíclica. Y el frío, todos los años llega.