domingo, 30 de noviembre de 2008

Estas sombras que ocupan otras sombras
y se acomodan como huéspedes
que pasan y se quedan con un simple
saludo ameno de bienvenida,
este calor de cómplice indiscreto
sentado en la otoñal desidia que asoma
solemne por el entreabierto abrigo,
esto que me amortigua el llanto y los dolores
con la eficacia de un tranquilizante,
produce efectos secundarios:
mi perro rehusa el sol y sus salivas,
canta el canario sin parar
y hasta sonrío alegre cuando me besas.

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