lunes, 13 de octubre de 2008

Anoche encontré de nuevo la misma molécula de oxígeno en los pulmones. En un peligroso malabarismo, saqué fuerzas de flaqueza, me enfrenté a ella con la arrongancia que transmite la agonía y proferí, desde las entrañas, toda la lava incandescente que me proporcionó el resentimiento.
Colgué de las paredes letanías interminables de reproches en cadena, arañé la barnizada capa de los ladrillos y dejé grabadas las angustiadas aleluyas de la infancia; busqué, sofocado, las aristas afiladas del vano orgullo entre los dientes de sierra que acomodan los primeros éxitos sociales; removí con sorna el agrio lamento licuado que fue llenándo este vaso semiopaco de la memoria.
Hice tantas cosas anoche que, al alba, ya no me queda aliento para respirar. ¡Me duele decirlo!, pero necesito de tu boca para subsistir.

1 comentario:

Unknown dijo...

Veo mucho resentimiento acumulado de muchas etapas de su vida, necesitando de su amada para poder sobrevivir a esos recuerdos que le reconcomen por dentro.